21 septiembre, 2008

Camisa de ortigas

Vivimos entre actos desordenados. Cogemos el móvil mientras hacemos el amor. Respondemos a todo lo externo con el movimiento caótico de la pasión, huyendo o quemando. Perdemos dos horas en un atasco y los pasillos del centro comercial se convierten en cumbres empinadas. Para conseguir una barra de pan tenemos que aparcar. Los niños madrugan como antes los segadores. Se vencen sus cabecitas frente al colacao y una madre colérica que envuelve en plata su comida hipocalórica a las seis de la mañana. Pagamos una hipoteca que se asegura que no huyamos. Las cámaras vigilan que no corras a más de noventa y miles de agentes se visten cada día para que tu respuesta no sea el alcohol.

Nadie, nadie se para a tejer una camisa de ortigas.

Nadie se toma el tiempo necesario para mirar lo cansados que están sus músculos, lo ahogado de su pulmón. Nadie salvo Ascensión Toboso.

Ascensión Toboso se marchó de viaje en Noviembre del 2004. Apagó el televisor, cubrió el coche con una funda de pana marrón. Se olvido el pin y el punk. Anuló las cuentas. No volvió a envolver algo para llevar. Se aseguró de no necesitar nada que estuviera al final de un pasillo. La historia de esta mujer es la historia que yo querría vivir. Es la historia por la que existe este blog.

1 comentario:

Carlos Rivero dijo...

Me encanta el nombre. Me pica todo.
Y el primer post. He buscado a Ascensión Toboso pero esa mujer parece que no existe.

A lo mejor ese es el problema, que debería existir y no existe.